sexta-feira, maio 05, 2006

HISTORIAS

NECTAR


Mientras Ariel tomaba un regocijante baño de luna en aquel acantilado, los colibríes volaban en busca de alimento en los jardines llenos de Jazmines, en eso se acerco Sebastián, y con ojos incandescentes llamo a Ariel
Ven tengo una sorpresa para ti
Ariel sin vacilar contorneo una rápida vuelta y se poso junto a el, las alas se agitaba casi imperceptibles para el ojo de extraños y en ese momento Ariel comprendió porque volaba junto a él….. La flor más hermosa y dulce se abría ante ella
pero como la has visto?? Pregunto la pequeña ave
La encontré en la mañana y solo quería que mi amiga sea la primera en verla
Ella sin ningún tipo de vacilación se dirigí a la flor y extrajo de su interior todo el néctar. Después de robarle toda su esencia salió tan rápido como había entrado
Sebastián muy absorto por la rapidez en la que acontecieron los hechos y por la juventud que reinaba en el sin pensarlo siquiera intuyo que fue un egoísmo muy grande el que Ariel no haya compartido la flor que el encontró
Eres un amor esta flor fue una delicia, pero tengo que irme Sebastián espero verte pronto.
Sebastián aun mas disgustado salio de ese lugar y se fue mas allá de las montañas, no podía creer que su amiga hiciera eso.
No paso mucho tiempo hasta que ella muy triste porque los vuelos con su amigo se consumían con los días en el que el desapareció; y ella a pesar de no entender lo que había pasado, súbitamente entre sus pensamientos recordó el ultimo encuentro con él; no supo porque fue tan egoísta y no pudo entender porque lo hizo.
Busco a Sebastián por todos los jardines, por las praderas pero no encontraba, hasta que un día de la mañana calida de agisto y con la mas nítida vos se escucho:
te espere mucho tiempo en las Montañas porque no fuiste???
Ariel quedo sorprendida como alguien a quien había amedrentar con su actitud estaba tan alegre y animado. No comprendía como su amigo que según ella debió haber estado tan desilusionado le dirigiera la palabra y mas aun dando señales de que el episodio tan desagradable ya era parte de un inexistente pasado.
¿Alguna vez dejaste caer una gota de agua de tu boca? pregunto ahora con un misticismo extraño.
Yo quería pedirte dis….…
¡No! primero responde a mi pregunta! sin dejarle pronunciar mas nada mascullo el joven colibrí.
Pues si muchas veces ¿porque?
Si tomas el agua que no deseas beber y la dejas caer al suelo esta se evaporara, pero si la tomas será parte de ti
Ariel muy confundida pregunto:
- ¿Y esto a que viene?
- Cuando pensaste que tome aquella gota de agua que no la necesitaba de ti me costo mucho dejarla evaporarse y espere tu llegada, y esa llegada fue hoy.
Sin poder controlar sus alas, se dirigió hacia él y abrazo con todas sus fuerzas, desde ese día las cosas cambiarían para esos dos amigos……………



Sueño



La brisa toco por un segundo el rostro de Sebastián gaviota, voló bajo mientras contemplaba el atardecer que tiznaba con un rojo anaranjado; no se imaginaba que desde esa tarde todo seria diferente.
Al día siguiente voló bajo, no tenía ningún deseo de desafiar nuevamente a la vida. Ya en la noche muy cansado por tanto aburrimiento se dejo caer hacia la arena.

- ! Que tal ¡ una dulce voz mató el silencio de aquella noche
Sebastián despertó y regreso a ver arriba; era una gaviota como él, con unas alas tan blancas que no parecían reales.
- ¿Quien eres? pregunto con sus ojos muy tímidos
- Soy una gaviota que viene de donde tu hace mucho tiempo te marchaste.
ninguno de los dos pregunto nada mas, aparentemente la vida continuaría igual para esas dos gaviotas.

El tiempo transcurrió, los viajes que hicieron no eran mas que paseos que no tenían ningún sentido en sí.
Pero un día donde la tarde comenzaba a señalar una puesta de sol, las dos gaviotas volaban hacia un lugar que no conocían todavía. La tarde paso y Sebastián quedo volando ya muy alto mientras veía como ella se marchaba hacia su bandada, que se encontraban muy lejos.

Los días que transcurrieron para Sebastián fueron un eterno vuelo hacia un lugar increíblemente mágico, aunque ya no estaba con ella. No entendía como esa gaviota había ayudado a cambiar su vuelo.

Era tiempo de que la bandada de Sebastián visitara viejas tierras, él sonrío, volvería a volar con aquella gaviota que lo hizo despertar.
Los días transcurrieron, Sebastián ya muy desesperado por volver a verla sentía un gran alivio, la bandada ya estaba llegando a los acantilados del norte. No tardo mucho en volverse a encontrar con ella, los minutos para Sebastián ya no pasaban quemando al viento; su felicidad no la podía transmitir con ningún tipo de señal.
El tiempo transcurría y Sebastián parecía que lograba descubrir un nuevo vuelo, mas al pasar de las horas no se imaginaba lo que iba a pasar. En una vuelta en picada, en la que los dos hacían ya para dirigirse a cada una de sus bandadas ella tomo el ala izquierda de Sebastián y le pidió que no se marchara; él con un sabor dulce en su alma accedió, y acompañándola a las rocas donde ella vivía se sintió como que el vuelo que tendría que hacer seria muy especial.
Esa tarde murió, y ya cada uno en sus hogares pensaban en lo que había ocurrido.
Al día siguiente las dos gaviotas se encontraron para jugar nuevamente con el destino. Sebastián no tenía idea lo que esa mañana le tenía preparada para su futura felicidad.

- !Tengo que volar sin ti¡ dijo ella con un rostro nublado.
Sebastián no creía lo que acababa de escuchar, todo ese tiempo cuando el estaba solo, imaginaba que algún día una gaviota le haría ver nuevos lugares para volar. él sabia que no podría nunca hacer cambiar de parecer a otra gaviota, y por eso su vuelo no flaqueaba en esa tarde, pero su corazón ya empezaba a caer hacia la playa.
Ya muy aturdido, sin saber porque se le hacia tan difícil levantar los ojos hacia el horizonte, no tenía ningún consuelo con nada, y su vuelo se dejaba llevar por pequeños ventarrones; hasta estuvo a punto de caer contra la mar, él sabia volar muy bien pero todo su sueño nuevo empezaba a declinar por lo que ese día ocurrió. No entendía como un sueño que había tenido desde el momento en que la vio, se destrozaba por una causa que el nunca comprendió.
Los días transcurrieron, pero Sebastián no encontraba la luz del sol, no tenía motivos para volar como solo él lo sabia hacerlo. Pensando estaba en ello, cuando de repente una luz que provenía de su interior le decía que no renunciara; que ella alguna vez no lo dejó ir, y porque el no podía hacer lo mismo, después de todo, no había hecho nada para que ella quisiera volver a ver ese horizonte preparado para ellos.
Sebastián bajo sus alas mientras daba una vuelta a las rocas en donde él vivía, esperando que el tiempo no matara aun la ilusión, tenia que hacerle ver a ella que el no la dejaría volar sola, porque sus ojos no podían verla sin amor...............



La luz del día señalo el comienzo de una nueva travesía por los lejanos acantilados de su antigua tierra.
Sebastián despertó con un bostezo de alegría, al parecer su sueño de volar con esa hermosa gaviota empezaba a convertirse en realidad, dudo un segundo pensando en que lo que había ocurrido fue solamente un sueño.
- ¡Volamos! Dijo ella mientras se acercaba con un aire nuevo.

Sebastián regresó a verla, estaba completamente exhorto por ver como su vuelo era casi perfecto; el viento rozo su rostro y después vio como ella descendía lentamente junto a él.

- ¡No creí que vendrías tan pronto! Dijo él con aire tembloroso.

No podía creer lo que estaba sucediendo, ella tomo su ala, de forma enérgica, pero con una dulzura que el adoraba. Lo llevo a volar hacia un lugar que el nunca había visitado; era hermoso. El azul del cielo poblaba casi toda la costa, las fragatas luchaban por conseguir su comida, pero esos dos enamorados iban con rumbo a la felicidad, nada les importaba, solo se reflejaba en sus pupilas el uno con el otro, no existía nadie mas para ellos.
Empezaban a volar como nunca lo habían hecho, eso era lo que Sebastián creía en ese momento, los vuelos a gran velocidad eran lo que más amaba Sebastián, ella prefería los vuelos en pausa, pero como Sebastián quería aprender, él la seguía tan calmadamente como podía. De repente un viento intento azotar a Sebastián, pero él confiando en lo que estaba aprendiendo con ella no tuvo ningún problema en pasarlo con tanta facilidad que le pareció que eso había aprendido en otro lugar; pero no lo había aprendido hasta ese día, aparentemente ella era una excelente instructora de vuelo.
Ariel gaviota sonreía al ver que Sebastián lograba entender el vuelo que ella le enseñaba. Dieron una vuelta de sesenta grado, y Sebastián ahora quería enseñarle lo que el amaba.
Ella lo siguió sin ningún problema, luego Sebastián empezó a subir dejando muy por abajo a Ariel, pero ella sin dudar ni un segundo lo siguió muy rápidamente, lo alcanzo, y Sebastián se alegro, era muy buena alumna.
Sebastián señalo con sus ojos el mar, ella sintió un poco de miedo, estaban demasiado alto, pero el tomándole del ala, le dio mucha confianza. Bajaron a una velocidad que ella nuca había logrado en tiempos pasados, pero sujetada por el ala de Sebastián no sentía ningún tipo de miedo. Llegaron hasta la orilla donde el mar dejaba sus pequeñas señales de vida en la arena.
Sebastián le abrazo, era la ultima vez que él podría volar físicamente con ella, la bandada estaba lista para partir a su hogar. Ella con sus ojitos de felicidad se despidió como nunca una gaviota lo había hecho con Sebastián; le dijo que no era la despedida, era simplemente una separación momentánea. El lo entendió muy bien, y alejándose aquella tarde dejo su corazón en aquel lugar; y con esa gaviota que el empezaba a querer.

Los días transcurrieron, Sebastián practicaba cada una de las formas de volar que ella había plantado en el. El viento rozaba su cara, sabia que ese viento provenía de donde ella se encontraba. Muy pronto la vería en donde él estaba.

Una tarde, en la que Sebastián practicaba lo que ella le enseño, un viento rozo sus alas, era ella sin ningún tipo se aviso, estaba nuevamente junto a el, pero en el instante en que el quería volar, hizo un giro que desvió el rumbo de ella, Sebastián cometió un error en su vuelo, y ese error provoco que Ariel empezara a caer, Sebastián no lo podía creer, por su culpa ella empezó a caer. El no podía ver lo que acababa de suceder, pero ella como toda una gaviota que domina el vuelo, recobro el equilibrio.
Sebastián bajo junto a ella, pero los ojos de ella no querían verlo mas, había cometido un error que casi provoca una gran herida en ella.

Sebastián volaba cabizbajo mientras veía como ella se alejaba de ese lugar, muy triste por lo que ocurrió Sebastián no podía creer que fuera tan tonto, ese podría ser el final de todo.....................................................


Sebastián no creía que podría recuperarla; volaba ya solo, sin ninguna compañía, practico cada uno de los vuelos pausados que Ariel le enseño, con una lagrima en los ojos Sebastián recordaba todo lo que ella hizo por él.

Los días transcurrieron, Sebastián ya no quería saber nada del vuelo, estaba tendido en la arena pensando en el vacío. Pero de pronto, una luz que cegó sus ojos anunciando la presencia de la gaviota mayor.

- ¿ Porque sufres? Se escucho como un trueno a su alrededor.

Sebastián quedo totalmente exhorto, no podía creer que la gaviota mayor lo haya visitado.

- ¡ la esperanza ha terminado! Respondió él.
- ¡En realidad crees que ha muerto¡ dijo la gaviota mayor mientras Sebastián veía que se alejaba.

Pasaron muchas cosas sobre su cabeza, lo que acababa de oír lo entendía muy bien.
Sebastián desplegó sus alas y voló nuevamente; pero ya no eran para practicar, estaba decidido a volverla a ver......
No tardo mucho en verla; ella no lo vio, y el se poso junto a ella. Rozaba con el calor de sus alas, ella no quería verlo, pero el demostró una clara habilidad en su vuelo. Ariel no demoro para volar cada vez mas despacio, Sebastián no tenia problema en seguirla.
Pasaron varios minutos, y Ariel dio un torno y regreso a su bandada; Sebastián podía seguirla, pero dejo que se marchara, no deseaba presionarla.

La brisa salada era aspirada por Sebastián, mientras volvía a su hogar. Tenía una nueva esperanza de retornar a ese pasado tan deseado por él. Las horas transcurrían, Sebastián volaba solo, como nunca lo intento jamás, era feliz.
Sebastián viajo hacia lugares muy especiales, pero no sabia lo que acababa de pasar justo cuando el volaba en torno a un arrecife; Ariel fue a visitarlo hacia su hogar, pero todo fue inútil, el no estaba.
Sebastián después de varios días, regreso para poder verla. Ella se encontraba en la arena.
Lo único que quería era verla y saludarla. Pero en el momento en que el daba la vuelta para descender, ella emprendió el vuelo hacia el lugar en donde estaba Sebastián. Ariel con un gesto le dijo que volara con ella.
Sebastián sin ningún tipo de problemas volvió a levantar el vuelo.
Ella lo miro a los ojos, y Sebastián sentía una enorme incertidumbre, casi podía decir que la forma en que lo veía, era como al principio de conocerla.

No tardo mucho el vuelo, hasta que ella cogió el ala de Sebastián, Lo había disculpado. Quería volver a volar con él.
La sonrisa en los labios de Sebastián causaban un vuelo casi mágico; no comprendía que en tan corto tiempo ella se hubiera dado cuenta de lo que sentía en verdad su corazón.
Los días transcurrieron mucho mas felices para las dos gaviotas, habían superado algo que solo las gaviotas que se aman lo lograban.

Los vuelos para Sebastián ya no consistían en la enseñanza de ella; porque Ariel no explicaba como debía volar Sebastián. Por eso Sebastián estaba aprendiendo solo con las pequeñas lecciones de ella. Aparentemente Ariel no podía enseñarle todo lo que ella sabia.
Sebastián no podía volar sin saber que era lo que ella quería enseñarle, y quizás esa fue la razón para que el inconscientemente le pida lecciones mucho mas especificas. Pero entendía que debía aprender esa nueva lección de la vida. Ya no importaba esas cosas, porque Sebastián volaba aun con ella.
Los momentos que estaban viviendo eran únicos, nunca Sebastián lo había experimentado; pero lo agradecía desde el fondo de su corazón.
Las dos gaviotas tenían ahora que regresar a cada una de sus familias, el empezó a volar muy despacio ya por la tarde alejándose de ese lugar tan especial para los dos.

Sebastián levanto vuelo con dirección hacia la luna, que alumbraba el mar como un gran sol en medio de la noche; miraba esa luna como si fueran los ojos de Ariel. Sebastián contemplaba su alma.............................................................................





El día amaneció nublado, Sebastián esa mañana decidió volver a verla. Había pasado algún tiempo desde que lo dos se alejaron.
Esa mañana le tocaba el turno de pescar, para poder alimentarse; no le dio importancia a esa responsabilidad, después de todo no era importante comer, sino verla. Levanto el vuelo, y las gotas de la lluvia señalaban una nueva aventura; Sebastián no pensaba en la lluvia, se limitaba a imaginar los posibles vuelos que podrían hacer con su llegada. Las horas trascurrieron, y Sebastián ya lograba entrar en los acantilados del Norte.
El comprendía que los vientos siempre están en constante cambio. No pensaba en esos momentos en lo que no podría hacer; estaba completamente decidido a verla, no creía que sus ojos no la pudieran ver.
La luz del sol empezó a rozar el cuerpo de Sebastián, la sensación de alegría invadía cada una de sus plumas, volvería a encontrarse con la gaviota que amaba.
Llego hasta el lugar en donde los dos habían volado juntos, se imaginaba encontrarla ahí; mas su sorpresa fue la ausencia de esa gaviota que quería ver ,en realidad no se encontraba cerca de ese lugar tan especial.
Las horas pasaban, Sebastián no tenia mucho tiempo para poder volar con Ariel; alejándose muy decepcionado de ese lugar, se encontró con otra gaviota que le dijo.

- ¿Buscas a Ariel?

Los ojos de Sebastián se encendieron, esa gaviota sabia donde ella volaba.

- ¡Si! Contesto.
- Ariel me pidió que te dijera que no puede verte, está volando con otras gaviotas, y que no va a tener tiempo para volar contigo.
Sebastián vacilo con los ojos muy apenados, antes de decir.
- Gracias.......
La gaviota que había sentenciado su encuentro se alejo de ese lugar.
Un piquero paso muy apurado cerca ha Sebastián, casi le hace caer al mar, pero Sebastián no podía creer lo que acababa de oír; sus ilusiones empezaban a declinar por esa pequeña conversación.
Tomo la curva mas imperfecta que había hecho en su vida, regresaba a su cueva mientras el sol declinaba el día; volaba con la luz ya casi muerta de esa tarde, pensaba en todo lo que tuvo que pasar para llegar hasta ese lugar. No podía reprochar nada de lo que ese día le tubo preparado, ella no tenia la culpa, simplemente se limito a creer que le podría ver al día siguiente. El tenia muchas esperanzas de verla. Llego a su cueva, pero lo único que hizo fue dormir, esperando el siguiente amanecer.

- ¡Buen día! Con una voz dulce su madre lo despertó.
Sebastián vio los ojos de su madre, que penetraban en su alma.

- ¡Buenos días mamita! Respondió.

Las horas que pasaron en esos acantilados, fueron mágicas, la mañana denotaba que el día sería de muchas sorpresas y nuevos aprendizajes. Sebastián levanto el vuelo, para agradarle a la gaviota mayor, con su desligue imponente denoto que quería seguir viviendo con mas alegría que nunca.
Esta joven gaviota no podía sacarse de la pupila la posibilidad de volver a volar como en antaño con su amiga.
No tardo mucho, y decidió volver a buscarla. La brisa marina acompañaba la travesía hacia las rocas que eran nuevas para Sebastián. Dio una vuelta, su optimismo empezó a declinar, su corazón empezaba a predecir lo que podía ocurrir, no le dio importancia, cuando su corazón no le hablaba cosas que Sebastián quería escuchar, él no hacia caso, aunque su corazón siempre tenia toda la razón.

Sebastián empezó otra vez ese vuelo con destino hacia el hogar de Ariel, no se detenía con nada, veía bajo sus alas como la marea rompía contra las rocas de la orilla. Sus ojos se llenaban de alergia al ver ese espectáculo único en toda su largo recorrido. El sonido de las olas eran un canto para Sebastián, no podría cambiar nada de ese lugar.
Al llegar ya a la cueva de Ariel, noto que ella se encontraba volando, acompañada de otras gaviotas. Sebastián quiso acercarse, pero antes que llegara a donde ella estaba una gaviota se separo de la bandada con dirección a donde estaba Sebastián.


- ¿Sebastián? Pregunto esa gaviota.
- ¡Si! Soy yo.
- Ariel me pidió que por favor la disculpes esta vez, porque no puede volar contigo.
Sebastián ya nuevamente reprochándose, por no haber hecho caso a corazón, dio una vuelta, y dejo a la gaviota estática en ese lugar.
Sebastián voló con la rapidez que nunca creyó hacerlo en compañía de Ariel; después de todo ella no logro entender lo que el dio en esos momentos.
Sus ojos se nublaron como una gran tormenta, quería regresar lo mas pronto posible a su hogar.
Voló, y voló tratando de estar consiente de lo que había ocurrido, pero no encontraba una sola respuesta; lo único que se podía responder, es que no daría nada mas, no tenia ninguna razón para seguir volando de la forma que Ariel le enseño. Quería volar como el siempre quiso hacerlo, pero esa gaviota que quería empezaba a decirle que no servia todo el esfuerzo que él hizo por volar con ella.
Esta vez los papeles cambiaban, aunque el nunca quería depender de otras gaviotas, esta vez la vida le señalaba ese camino tan impredecible; siempre tuvo el la ultima palabra en ese vuelo, pero ahora era ella la que tenía que hacerle ver que lo que él hizo si tenia algún sentido.

Sebastián con su vuelo mejorado recordaba cada uno de los instantes que paso con ella, estaba perdiendo todo lo que el peleo, pero esta vez no le importaba en lo mas mínimo; no tenía el la culpa de que el amor que sentía por ella se estuviera escapando, el siempre creyó en los mas pequeños vuelos, para darse cuenta de lo que la otra gaviota sentía por él.
Sebastián sufría, porque la idealizo demasiado, fue un gran error creer que ella podría hacer vuelos parecidos a él. Esta vez la lección era definitiva; la esperanza moría cada segundo que pasaba, el fin de esta historia empezaba a dar sus últimos pasos
La tarde era totalmente hermosa, nunca Sebastián reclama al cielo por lo que acababa de descubrir, es mas levanto su rostro y le sonrió a la gaviota mayor, en realidad el necesitaba darse cuenta de que su vuelo era en soledad o en verdad estaba siendo acompañado.
El cielo despejado, un mar que no tenia ninguna tipo de agresividad hacían que Sebastián al alejarse se diera cuenta que no perdía absolutamente nada, simplemente estaba ganando otra vida completamente diferente y feliz.
Volaba ya con calma, le había perdonada, y agradecido todo lo que ella hizo por él, nunca olvidaría todo lo que aprendió a su lado. La luz del sol topaba con su magia a cada una de las nubes que se encontraban en el cielo, tenia un color rojizo era hermoso. Sebastián intento llegar a una de la nubes que ahí se pintaban de un forma espectacular, pero su sorpresa era, que al llegar a la nube, no observaba absolutamente nada. Sebastián reconocía eso en su vida, nunca podría ver esa nube desde adentro, la tenia que ver desde lejos, para que sea especial.

Sebastián voló despacio, como Ariel le enseño, pero esta vez decidió volar a la velocidad del viento. Se estaba alejando todo su cuerpo, y su alma a pasos muy lentos. Voló toda la tarde, y la noche empezó a señalar pequeños puntos blancos en el cielo; la luna invadía con su luz aquella oscuridad. Sebastián volaba ya solitario con rumbo a esa luna tan anhelada por toda su vida.
Sebastián era completamente feliz.


FIN...................
Historia sin nombre
Levantó la su cabeza y el sol hizo que su mirada vuelva a bajar, al mirar hacia el piso observo una hormiga. En ese instante se convirtió en lo que hoy sería mi historia para cada persona que conozca.

Cuando sus ojos se empeñaron en lograr ver más halla de lo que las nubes tapan, se dio cuenta que alguien allá arriba intenta enseñarnos a ver lo que tenemos en esta tierra. La hormiga con un vaivén brusco tomo el grano de azúcar tirado en el piso de la grada que daba a la calle. Un segundo basto para que él muy intrigado la siguiera. Mientras daba un paso que para ella hubiera significado un kilómetro, logró notar que esta ladrona con gran agilidad caminaba rodeando cada obstáculo que tenía en su camino. De pronto la hormiga hizo una pasusa. El se dio cuenta que ella noto los grandes ojos que la estaban observando. No podía creer como ese ser tan pequeñito se hubiera dado cuenta de que yo la estaba siguiendo con la mirada.
Quizás estas lecciones que nos dejan los seres más pequeños son las cosas más grandes
En ese instante comprendió lo que Dios hace cuando nosotros aprovechamos esas grandes cosas que para otros parecen tan insignificantes. Al igual que él, y otras personas que no se interesan por una pequeña hormiga se les roba un cristalito de azúcar, en sus vidas existen acontecimientos que no le dan el valor que deberían dales.
Pensando quedo en ello y cuando bajo nuevamente la vista la hormiga muy apresurada se marcho y no la vio nunca más, ya dentro en su casa recibió la llamada de un viejo amigo que estaba en la ciudad, su amigo le preguntó si podría verlo.
Con una cara de incertidumbre le dijo que tenía mucho trabajo; pero en ese instante, al cabo de que pronunció la ultima palabra, otra hormiga en la mesa del teléfono hizo que cambiara de parecer.

Ya en el bar con su viejo amigo le interrogo.

- ¿Porque cambiaste de opinión tan rápidamente?.
- Por una hormiga

su amigo se hecho a reír, no podía creer lo que acababa de escuchar.

- Como es eso una hormiga.

Pero él de inmediato le contó todo lo que había pasado antes de su llamada.......................

Y es así que al escuchar está historia de manos de mi amigo tuve que escribir este pequeño relato que me ocurrió por esas pequeñas y grandes cosas de la vida.

FIN